Tecnología para reducir el riesgo de desastres

Un artículo de HORIZONTES COLECTIVOS



Chile, un país conocido por su geografía diversa y desafiante, enfrenta constantemente la amenaza de desastres naturales como terremotos, incendios forestales, erupciones volcánicas y sistemas frontales extremos. Estas amenazas impactan especialmente en las comunidades rurales, donde la falta de acceso a infraestructura y recursos puede agravar las consecuencias de un evento adverso. En este contexto, la tecnología emerge como una herramienta esencial no solo para mitigar estos riesgos, sino también para fortalecer los sistemas de vida en estos territorios, asegurando un desarrollo sostenible y resiliente.

La integración de tecnología en la reducción del riesgo de desastre (RRD) comienza con la capacidad de anticipación y respuesta. Herramientas como los sistemas de información geográfica (SIG) permiten mapear y monitorear áreas de riesgo, generando datos en tiempo real que pueden ser utilizados por autoridades y comunidades para tomar decisiones informadas. En la ruralidad chilena, donde la dispersión geográfica de las comunidades puede dificultar la comunicación y la coordinación, estas tecnologías pueden significar la diferencia entre una evacuación efectiva y una catástrofe.

Además, el uso de inteligencia artificial (IA) para analizar datos históricos y predecir patrones de riesgo es otra aplicación tecnológica que promete mejorar la capacidad de respuesta ante desastres. Por ejemplo, los modelos predictivos basados en IA pueden identificar áreas propensas a deslizamientos de tierra o incendios forestales, permitiendo la implementación de medidas preventivas antes de que ocurra un desastre. En regiones rurales, donde el conocimiento local es invaluable pero puede carecer de herramientas sofisticadas, estas tecnologías ofrecen una manera de combinar la sabiduría ancestral con el poder de la ciencia moderna.

La comunicación es otro pilar fundamental donde la tecnología puede hacer una diferencia significativa. Aplicaciones móviles y plataformas de redes sociales pueden servir como canales para alertar a las comunidades rurales en tiempo real sobre emergencias, y para coordinar esfuerzos de respuesta rápida. Estas herramientas también pueden ser utilizadas para educar y entrenar a las comunidades en prácticas de RRD, creando una cultura de prevención que fortalezca la resiliencia comunitaria.

En términos de infraestructura, las tecnologías avanzadas pueden ser aplicadas para diseñar construcciones más resistentes a desastres. Por ejemplo, el uso de drones para inspeccionar áreas después de un evento permite evaluar daños de manera rápida y segura, facilitando una recuperación más eficiente. En las zonas rurales, donde la reconstrucción puede ser lenta debido a la falta de recursos, estas tecnologías ofrecen soluciones innovadoras que pueden acelerar el proceso y reducir el impacto económico y social.

Finalmente, es crucial reconocer que la implementación de tecnología en la RRD debe ir acompañada de un enfoque inclusivo y participativo, que considere las necesidades y voces de las comunidades rurales; y no asumir que la tecnología es la respuesta: la tecnología es un medio para la resiliencia. Esto no solo asegura que las soluciones tecnológicas sean adecuadas y efectivas, sino que también empodera a las comunidades para que se conviertan en protagonistas de su propia resiliencia.

Desde Balloon Latam, organización dedicada a la promoción del desarrollo sostenible en comunidades rurales, hemos puesto foco y esfuerzo en justamente, acercar tecnologías digitales a las tecnologías sociales de los territorios, buscando generar valor en la prevención de desastres, y la recuperación resiliente de los territorios rurales que se han visto afectados por ellos; a partir de un enfoque de triple dividendo, es decir, pensando en cómo las inversiones y proyectos se enfocan en reducir pérdidas, a la vez que generan beneficios para el desarrollo social y ambiental.

Así, la tecnología, cuando es utilizada con un propósito claro y un enfoque en el bienestar colectivo, tiene el poder de transformar los desafíos en oportunidades. En la ruralidad chilena, donde los sistemas de vida dependen en gran medida de la naturaleza y su equilibrio, la tecnología puede convertirse en un aliado crucial para garantizar la seguridad, la sostenibilidad y la prosperidad de las comunidades. Pero más allá de las herramientas y las innovaciones, lo que realmente define el éxito de estas iniciativas es la visión compartida de un futuro en el que todos, desde los valles andinos hasta las costas del Pacífico, trabajan juntos hacia un horizonte colectivo. Un horizonte donde cada decisión tecnológica está guiada por la solidaridad, la equidad y el compromiso con las generaciones futuras, asegurando que el progreso no solo sea medido en términos de avances técnicos, sino en el fortalecimiento de los lazos que nos unen como sociedad, hacia un horizonte colectivo resiliente.