El colibrí, portador de vida y cultura Mexica
Cada comunidad y cultura cuenta con sus propias creencias. Dentro de la cultura Mexica existía una creencia muy particular con respecto a la vida después de la muerte. Esta historia la aprendí gracias a mi abuela, y por una razón en particular dejó una marca en mi persona. Quiero aclarar que no pretendo que la protagonista del siguiente post sea mi familia, sino esta bella idea que se tiene acerca de los que ya no están con nosotros, pero que de alguna u otra forma siempre volvemos a ser parte del planeta y de un todo.
En el jardín de la familia llega todos los días un colibrí de hermosos colores. A mi abuela le encanta ese momento del día en que le ve volando sobre sus flores, se emociona y platica a todos a su alrededor sobre este suceso. En una conversación con ella, preguntándole como cualquier nieta curiosa el porqué de tanta fascinación hasta el extremo de presumirlo con todos, me contó la siguiente narrativa la cual en un pasado nuestros antecesores tenían.
Antiguamente en el centro de México predominaban los Mexicas, una cultura bastante fuerte y establecida. Ellos tenían la idea de que la muerte no era más que un proceso natural y divino, digno de alegría, pues era el momento en que un ciclo natural de regeneración estaba a punto de ocurrir. La muerte causaba paz y regocijo, pues significaba fertilidad para las tierras y alegraba a los Dioses. Después de la vida habían diferentes lugares a donde ir, los cuales dependían de la forma en que cada persona fallecía.
Introduciré solo a uno de estos sitios en específico:
Todos aquellos que morían durante un combate, o sacrificados en un altar ante una deidad, llegaban a un sitio llamado el Tonatiuhichan, y debían acompañar a Tonatiuh (el sol) desde el amanecer hasta el ocaso bailando y cantando de alegría. Posterior a ello las mujeres fallecidas durante los partos acompañaban a Tonatiuh a partir del ocaso hasta el amanecer, pues se creía que de cierta manera ellas igual habían fallecido en plena batalla. Estos valientes guerreros después de cuatro años de acompañar al sol en dicho recorrido, tenían la fortuna de convertirse en colibríes para disfrutar del néctar y aroma de las flores.
A mi abuela de niña le contaban esta historia, y le parecía interesante y hermoso el hecho de que después de la vida se les recompensara a aquellos por su valentía, regocijándose en el universo y posteriormente con las bellezas naturales de la tierra; Pasando los años, y mi abuela ya habiendo formado su propia familia, llegó un suceso en donde una de sus hijas (mi tía) fallece lamentablemente durante su parto. Es por este motivo que cada vez que llega dicho colibrí al jardín familiar ella se alegra, pues para ella es la reafirmación de aquellas historias que nuestros antepasados creían.
Agradezco que mi abuela platicara sobre aquello, pues de esta forma generó en mí una admiración y mayor interés en mis raíces.
En lo personal, al conocer más sobre mi familia, las tradiciones y culturas de mi país y comunidad, me siento más orgullosa e identificada que nunca, pues podemos notar cómo se tenía visualizada la vida, la convivencia o incluso la muerte desde una perspectiva más empática con nuestro corazón y el planeta donde nos encontramos. Por eso, invito a todos a sumergirse en la esencia cultural de cada uno.
📸 Foto: @alyonchi